Visor Tapias

Sobre calle 9 de julio se puede observar, a través de un visor diseñado para tal fin, los cimientos de nuestra fundación. Este registro arqueológico excavado por primera vez en 1977, consta del cimiento de un constructivo del período jesuita (1751-1767), realizado en tierra apisonada o tapia, tal como lo describe el Padre Florián Paucke en sus memorias.

CONSTRUCTIVOS EN PAUCKE

La tierra en este valle es también muy útil y buena de levantar muros para los edificios y se prepara del modo siguiente: en tiempo otoñal se cava mientras se encuentra la tierra buena, se tira en grandes montones más o menos de una vara de alto y se deja durante el invierno sobre el mismo sitio donde ha sido reunida, para que, mojada frecuentemente por las lluvias, comience como a podrirse y se usa en la primavera. Cuando se quiere levantar un muro, se hacen primero de tablas gruesas y cepilladas parejamente unas tablazones largas y altas en una longitud de más o menos de cinco a seis varas pero en una altura de diez varas; éstas se clavan pareja y espesamente en el dorso sobre travesaños, de modo que en el interior las tablas son completamente lisas; en cada travesaño o crucero se ata una soga larga con la cual se pueden elevar las tablas y ser tiradas más y más a lo alto, conforme el muro se eleva más. A espalda de estas tablas se colocan profundamente en tierra, tras cada crucero, unos postes de palmas gruesas y altas que están afirmados en contra y aseguran las tablas para que no cedan cuando se comienza con pisonear la tierra en el interior entre las tablas, y para que la pared sea levantada también derecha, se cortan en una longitud en cuanto la pared debe ser gruesa, unos palos iguales que deben servir adentro como separadores para que las tablas no se inclinen tampoco en el interior cuando las tablas arriba en las puntas se unen por sogas.

También hacen de rajas de cañas un enrejado [zaranda] tejido, echan tierra a través de él y la vuelcan adentro por entremedio de las tablas sólo en altura de un dedo parado, suben luego entre las tablas y pisan primero con los pies la tierra, luego con angostos pisones de madera preparados al efecto, pisonean poco a poco tan firme hasta que esta primera carnada de tierra ya empieza a retumbar y la uña del dedo puede ser impresa [sólo] con dificultad. Después se vuelca adentro la segunda capa de tierra otra vez en la misma altura como antes; ésta se pisa y pisonea como antes; así se acostumbra hacer hasta que la tierra está pareja con las tablas. Si cada capa ha sido bien pisoneada, no queda más gruesa que un dedo. La tierra no debe estar demasiado seca ni demasiado mojada sino únicamente algo húmeda. Yo tenía hasta diez tablas iguales de fuertes maderos gruesos de las cuales colocaba cinco a cada lado; por lo tanto yo podía construir en una mañana con suficiente pisoneo un trecho de pared de una longitud y altura como tenían los maderos. Luego las tablas se tiraban hacia arriba aseguradas de nuevo abajo en la pared terminada, y se seguía como al principio. Las tablas abarcaban abajo un cuarto de vara de alto de la pared, contra la cual en parte se afirmaba por las palmas mediante cuñas hechas, arriba se colocaban otra vez los separadores para que la pared acaso no se ensanchara o angostara, y las palmas también se unían de nuevo por las sogas y en igual forma como al principio la tierra se echaba en altura de un dedo y se pisoneaba.

Ahora hay que advertir que en la construcción de las paredes no se hace ninguna ventana ni puerta, sólo se colocan derechos en los cuatro costados grandes postes labrados, uno al lado del otro, en grosor de la pared, lo mismo también donde debe estar la puerta. Sobre estos postes se echa de nuevo la tierra y se sigue pisoneando. Después que la pared ya tiene una altura de seis o siete varas, son retiradas a un lado las tablas y palmas y donde se ve estar los postes que muestran la altura de las ventanas y puertas, se coloca una plomada en el cordel y se dibuja la anchura y altura de la ventana y de la puerta, luego, con una fuerte barra de fierro, puntiaguda de un lado, afilada por el otro, de un peso de a lo menos veinticuatro libras, se hace la abertura a través de la pared y se la arregla de manera que los marcos de ventana pueden ser colocadas convenientemente. La pared si bien aun no secada y todavía húmeda se atraviesa difícilmente y la tierra que se tira hacia fuera es aún más firme si se pisonea humedecida y de nuevo se usa para la pared. Pero cuando hay que romper una pared ya secada y reseca, está tan fuerte que se apercibe hasta fuego cuando se la labra a través mediante la barra de hierro.

A causa de haber allá poca cal aunque se encuentran suficientes piedras de cal en otros parajes donde la sierra paracuaria426 linda con Chile y también en la otra banda del Paraná, cuesta sin embargo mucha fatiga, trabajo y dinero para conseguir ésta. Por esto hacen diferentes revoques en las paredes: el primero es de tierra, arena y estiércol caballar seco molido que se mezcla con agua arcillosa; este revoque no se raja jamás, y mucho menos aún el segundo que se hace de puro estiércol vacuno fresco sin una mezcla de otra materia. El tercero se mezcla con arena caliza de puras conchas quemadas y con polvo de ladrillo. Al principio he usado siempre el primero hasta que he encontrado el yeso en el Paraná; después he revocado las paredes por completo con yeso. Esto ocurrió en los últimos siete años cuando yo me había edificado una casa completa y la había cubierto por entero con tejas quemadas.